RESIDENCIAS ALFONSO&GONZALEZ

RESIDENCIAS ALFONSO&GONZALEZ
SU LUGAR EN CUBA

jueves, 15 de marzo de 2018



La corrupción política, judicial y administrativa está dentro de los principales problemas que preocupan hoy a la inmensa mayoría de las naciones del planeta. Es causa de crisis social y de descréditos de gobiernos y partidos, cuyos daños económicos a nivel mundial alcanzan, solo en pagos de sobornos, la impresionante cifra de más de un millón de millones de dólares anualmente, según investigaciones de organismos internacionales especializados, como el Banco Mundial.
Para Cuba, este flagelo se concentra en lo fundamental en la gestión empresarial y administrativa y, aunque no pone en riesgo su gobernalidad, no es tan solo un perjuicio económico. La corrupción constituye una potencial amenaza a la seguridad nacional, porque quienes la practican se aprovechan y utilizan en beneficio propio los recursos que el Estado ha puesto en sus manos para el desarrollo de sus funciones y pretenden satisfacer intereses individuales de lucro y ostentación. En la degeneración de los valores éticos, morales y políticos, sus comisores terminan por enajenarse del proceso revolucionario, llegando incluso a preparar condiciones de vínculos en el exterior y a iniciar el camino de traición a la patria.
La corrupción es proceso o conducta que se manifiesta estrechamente vinculada al delito. Sus acciones extendidas en la prestación de servicios provocan un grave daño moral a la nación, lastran seriamente la credibilidad de la Revolución ante la opinión pública y cual oposición contrarrevolucionaria ataca la efectividad deseada en el sostenimiento del orden, la disciplina y la institucionalidad del país.
Es un fenómeno tan contaminante que puede generar apatía en muchos sectores de la sociedad. El peligro mayor es que tanto la población como los actores económicos no aprecien con mucha preocupación estos hechos, no tengan percepción del riesgo que representan para la nación, convivan con ellos y no actúen con la repulsa necesaria.
Sin una participación ciudadana no habrá una presión efectiva contra las acciones corruptas que muchas veces solo pueden detectarse a partir del nivel de vida de los involucrados (de ahí la importancia de la transparencia) porque una buena parte de los recursos resultantes de los hechos delictivos se comercializan en los propios establecimientos del Estado, donde son introducidos por los implicados, quienes así involucran más personas, y simulan legalidad de las ventas, dificultando el enfrentamiento.
El ciudadano honesto que hoy sale a las calles en sus gestiones, no siempre tiene manera de sentirse defendido como consumidor ni en los precios, ni en la tranquilidad de que va a encontrar soluciones en las propias entidades del Estado. Basta ir a una tienda para darse cuenta de la clase de negocio que existe para impedir que las personas accedan directamente a las ventas estatales y estén obligadas a carenar en el “foráneo” que está en la puerta del mismo centro comercial y te ofrece lo humano y lo divino, muchas veces salido de los propios almacenes de la tienda. Peor todavía es la tramitología ante entidades administrativas en las cuales hay personas que abusan de su función pública a quienes hay que darles dinero “por la izquierda” para poder encontrar soluciones en el tiempo adecuado.
Novedosas formas de actuar antijurídicas
Desde antes del período especial estamos enfrentados en ciertas áreas de servicios a esta degeneración, que se ha ido agudizando cada vez más por la falta de exigencia administrativa, y el incumplimiento intencional o negligente de la función de control por las personas responsabilizadas en los diferentes niveles, que es la verdadera fuente de las causas y condiciones que posibilitan el desvío de recursos, los sobornos y abusos de cargos.
Las medidas en proceso para la actualización del modelo económico cubano, esencialmente las nuevas formas de gestión no estatal de la propiedad, han generado presión sobre las entidades y sus directivos por la demanda de recursos y servicios (ante la carencia de un mercado mayorista de materias primas para desarrollar su actividad), a lo cual se une la insatisfacción de necesidades esenciales, lo que sin dudas incide en la permisibilidad y aceptación de estos hechos.
Igualmente, el incremento de los precios de los productos de primera necesidad, y la disminución del poder adquisitivo del salario, son factores objetivos que impactan en la actuación de personas inescrupulosas, que justifican su pérdida de valores con lo que han dado en llamar “luchar”.
De ahí que los delitos económicos asociados a la corrupción mantienen su impacto negativo en los sectores de la economía relacionados con la producción, distribución, comercialización y venta de alimentos y otros productos de alta demanda popular, a partir de cadenas delictivas que involucran a directivos, trabajadores y fuerzas de seguridad y protección, cuentapropistas y personas desvinculadas que quieren mantener un alto nivel de vida con este “trapicheo”. La violación de funciones, normas éticas, además del débil control interno y la desidia en el accionar dentro de algunos colectivos de trabajo, constituye hoy la base fundamental de abastecimiento al mercado ilegal.
En estas condiciones se reiteran o han surgido novedosas formas de actuar antijurídicas mediante defraudaciones, evasiones fiscales, lavado de activos, falsificaciones, obtención de ilícitos provechos durante las transacciones comerciales o en el ejercicio de la administración de bienes, entre otras, con negativo impacto en la economía estatal, donde aparecen vinculados por su complicidad funcionarios y empleados estatales.
También en este contexto, autoridades de la Fiscalía señalan la detección de un creciente vínculo con el exterior en la ocurrencia de ilícitos penales, en ocasiones por el empleo de las nuevas tecnologías y disponibilidad financiera de algunos delincuentes, incluidos emigrados, repatriados y extranjeros, varios de ellos vinculados a las formas de gestión no estatal, con un marcado carácter corruptor hacia directivos y funcionarios de entidades estatales.
Los sectores más perjudicados son las dependencias de los órganos locales del Poder Popular, Comercio y Gastronomía, Agricultura, Transporte, Industria Alimentaria, Sistema de Vivienda y Planificación Física, empresas nacionales importadoras y la actividad de comercio exterior y sucursales extranjeras en el país, donde por lo general están involucrados directores, subdirectores económicos y productivos, jefes de unidades empresariales de base, jefes de departamentos jurídicos y especialistas.
Ahora, además, aparece un matiz nuevo y es que en ocasiones los directivos no siempre son los organizadores del negocio ilícito, sino que en su lugar debutan empleados, choferes u otros no vinculados laboralmente como organizadores de los hechos, valiéndose del poder financiero que poseen. Por excepción, se han detectado casos de directivos en organismos y lo más lamentable es que casi todos se venden por bagatelas para beneficiar a los corruptores.
La Contraloría General de la República ha señalado que la reiteración de causas y condiciones devela las fallas en los sistemas de control interno. También están las irregularidades en la planificación económica y en la ejecución y liquidación del presupuesto, así como la insuficiente definición e incumplimiento de los mecanismos reguladores generales de la economía.
Asimismo, se agregan las vulnerabilidades en actividades claves, como las inversiones, los procesos de negociación y contratación nacional e internacional, que son vulnerados de diferentes formas, además de las fisuras en la disciplina social y laboral, y la pérdida del valor del trabajo como medio de vida principal.
A tenor de la última rendición de cuenta de la Fiscalía General de la República y el Tribunal Supremo Popular ante la Asamblea Nacional, se reiteró que todavía hay poca respuesta de los organismos, las empresas y el resto de la administración en la detección de los hechos, lo que implica que las acciones de control externo realizadas por las entidades especializadas del Ministerio del Interior, la Fiscalía General de la República y la Contraloría General de la República se realizan cuando ya se produjo el hecho y se generó la afectación al patrimonio estatal.
Los principales modus operandis identificados se corresponden con: 1) las falsedades documentarias para justificar el desvío de productos y bienes durante su posterior comercialización en mercados estatales, tiendas y el mercado ilegal; 2) adulteración de documentos para legalizar la adjudicación de inmuebles o terrenos, a cambio de efectivo u otros beneficios personales; 3) realización por cajeros de operaciones cambiarias a través de Cadeca, sin registrarlas contablemente por efectuarlas con efectivo particular; 4) pagos a trabajadores por cuenta propia por resultados de trabajo que no son reales; 5) aceptación de beneficios otorgados por directivos de firmas foráneas durante el proceso de negociación y concertación de contratos, consistentes principalmente en la aceptación de comisiones, pagos de viajes al extranjero, cenas, regalos, entre otros; 6) cobro ilegal de servicios médicos; 7) obtención de beneficios para retardar o incumplir la ejecución de sentencias de los tribunales y 8) organizar y mantener negocios ilegales particulares paralelos a la actividad comercial de entidades cubanas en el exterior.
Cuando una persona se corrompe es capaz de provocar perjuicios severos a la economía, no solo por robar uno u otro recurso, sino al cometer delitos que propician la actividad subversiva y ponen en riesgo la ejecución de proyectos estratégicos.
Especialización en enfrentamiento a la corrupción
El general de ejército Raúl Castro Ruz alertaba en el mes de julio de 2013 ante la Asamblea Nacional del Poder Popular“El cumplimiento gradual de las nuevas medidas en el campo económico que incluyen las formas de gestión no estatal, experimentos de diferentes tipos y otras decisiones, condicionará la manifestación de delitos e ilegalidades con métodos diferentes de organización, dirigidos a vulnerar los sistemas contables y de enfrentamiento administrativo y jurídico penal, como las inversiones por cubanos residentes en el exterior o a través de sus familiares, y no se descarta la utilización de capital obtenido ilícitamente, que se convierte en una variante de blanqueo o lavado de dinero”.
Conversando sobre estos temas en la Fiscalía General de la República con Pedro Pablo Cutiño Diéguez, fiscal-Jefe de la Dirección de Enfrentamiento a la Corrupción e Ilegalidades, y con Alina Montesinos Lee, fiscal-jefa de la Dirección de Información y Análisis, salió a relucir que en el ordenamiento legal cubano se han previsto herramientas que propician la prevención de la ocurrencia de hechos de corrupción.
Estas incluyen desde las normas elementales de la contabilidad, el control interno, la auditoría, la realización de verificaciones fiscales, todas estas de carácter eminentemente profiláctico y preventivo, hasta las que permiten el enfrentamiento al hecho concreto detectado, que van desde los típicos delitos, previstos y sancionados en el Código Penal, hasta la aplicación de procedimientos confiscatorios administrativos de los bienes obtenidos de manera indebida.
Los delitos que se manifiestan en general y que concentran los actos de corrupción son los siguientes:
1) malversación; 2) cohecho; 3) tráfico de influencias; 4) evasión fiscal; 5) prevaricación; 6) lavado de activos; 7) acto en perjuicio de la actividad económica o la contratación; 8) estafa; 9) negociaciones ilícitas; 10) revelación de secretos administrativos de la producción o los servicios; 11) abuso en el ejercicio de cargo o empleo en entidad económica; 12) revelación de pruebas para la evaluación docente; 13) abuso de autoridad; 14) ocultación u omisión de datos; 15) apropiación indebida y 16) enriquecimiento ilícito.
En nuestra opinión, quizás sea ineludible acelerar el pensamiento sobre la necesidad de trabajar por una ley anticorrupción en Cuba, que permita fortalecer la codificación en una sola norma legal de los principios, las relaciones entre los factores institucionales que intervienen en el combate y establecer normas básicas de actuación de obligatoria observancia para todos, lo cual acrecentaría la institucionalidad del enfrentamiento.
Por lo pronto, las herramientas antes mencionadas resultan de vital importancia en la adopción de las medidas correspondientes con la inmediatez requerida para exigir responsabilidad directa y colateral.
En la evaluación de los años 2016 y 2017 se han tramitado varias decenas de procesos penales por hechos de corrupción y los principales responsables fueron sancionados con severas penas de privación de libertad. Los tribunales impusieron las sanciones accesorias de prohibición del ejercicio de una profesión, cargo u oficio, comiso o confiscación del patrimonio adquirido, así como la exigencia de la responsabilidad civil derivada del delito, la que resultó cuantificada en millones en moneda total.
En la ejecución de las sanciones se da seguimiento a la ubicación de los inculpados en los centros penitenciarios para asegurar el rigor en el cumplimiento de las condenas.