Al recibir hace un par de semanas el premio Princesa de Asturias de las
Letras, al poeta polaco Adam Zagajevski le preguntaron ¿Qué es la
poesía? Y contestó: "No sabemos qué es la poesía, a pesar de que se han
escrito sobre ella miles de libros, bibliotecas enteras... Sólo sabemos
que no está de moda, que tiene cada vez menos influencia en el mundo
actual..."
La sociedad de consumo, del espectáculo, de la
expansión del individualismo y la competencia, del poder del dinero
oprimiendo a los pueblos y masacrando a la naturaleza, viene provocando
no sólo la crisis de la poesía, de la palabra artística, sino de la
propia condición humana, puesto que los seres humanos no sólo usamos el
lenguaje para expresarnos, para comunicarnos con los otros, para crear,
sino que somos lenguaje.
El complejo financiero, militar y
cultural dominante no quiere ni necesita a la palabra creadora, ningún
banquero, ni especulador, ni militarista, ni explotador social lee
poesía ni escribe versos, porque los versos no cotizan en la Bolsa, y
sólo recurren a las palabras que les sirven para someter las
conciencias, controlar a los pueblos, menospreciar y eliminar las
narrativas que motivan el espíritu humano y obstruyen sus objetivos
inhumanos.
Es que las palabras no son inocentes, neutras,
válidas por igual para todos y para todo. Ya Lewis Carroll, en su cuento
sobre "Alicia en el país de las maravillas", dice que las palabras
tienen dueño. No significa lo mismo la palabra "pan" para un hambriento
que para un saciado. Ni la palabra cuerpo. Desde hace mucho tiempo que
los dueños del saber y del poder han escindido y enfrentado como si
fueran antagónicos el cuerpo y el alma de los hombres y las mujeres.
Platón decía que el cuerpo es la cárcel del alma. Para las jerarquías de
la Iglesia el cuerpo es el receptáculo de todos los vicios y
corrupciones y han utilizado durante siglos la Inquisición para quemar
los cuerpos a fin de salvar las almas. Para las clases explotadoras el
cuerpo de los trabajadores y los humildes solo sirve como fuerza de
trabajo mientras es utilizable y se convierte en algo desechable y
excluíble cuando deja de serlo, y peor todavía, en una “pieza”,como
decían de los indígenas y negros de nuestra América, una no persona, un
homúnculo según el teólogo Ginés de Sepúlveda, cuando por su rebeldía,
su color de piel o su origen social debe ser criminalizado y
exterminado.
Recuerdo cuando visité Auschwitz y pude consultar
algunos documentos oficiales de los nazis que llevaban la contabilidad
siniestra de la utilización como mano de obra esclava de millones de
prisioneros que trabajaban para las grandes empresas de armas y químicas
instaladas en el campo de concentración, las que habían convertido el
cuerpo del preso en una simple mercancía. Allí se llevaba un científico
"Cálculo de Rentabilidad" de lo que podía extraerse de cada uno de los
asesinados: cuánto de piel para fabricar pantallas, veladores, y otros
objetos suntuarios; cuánto de grasa para fabricar jabones, cuánto oro
extraído de las dentaduras, cuántos huesos y cenizas utilizables para
los sembrados...
¿Cómo empezaron su trágica epopeya de muerte y
destrucción humana? Empezaron persiguiendo las voces y las obras
críticas, humanísticas, quemando libros, como los nazis en Nuremberg o
la dictadura del Proceso en nuestro país, y terminan quemando seres
humanos y asesinando poetas y artistas, como el franquismo con García
Lorca y con Miguel Hernández, o como Pinochet con Neruda....
Frente al poder inhumano y ecocida, ¿qué puede la poesía, la palabra a veces solitaria y menospreciada del poeta, del artista?
Yo creo que la poesía es, y siempre ha sido, subversiva,
en su sentido más profundo, porque subvierte el orden discursivo que
tratan de imponernos, porque su lenguaje es no sólo comunicación con el
otro sino otra cosa, algo nuevo, algo nunca oído, algo nunca dicho, algo
que llega al otro, al que necesita leer, escuchar, mirar y compartir la
aventura de la imaginación, de la pasión, del amor, de la belleza que
le niega la realidad impuesta, al que en la noche en su barriada, a
menudo con poca luz, en el aula, en la cárcel, en el café, abre un
librito de poemas, una obra literaria, y logra algo mágico, subversivo,
logra penetrar en un mundo en el que el enemigo no tiene acceso, un
mundo diferente y liberado o al menos liberador.
Y no hablo
sólo de la poesía militante, de combate, de barricada. Por ejemplo, la
poesía de Paul Eluard sobre la Libertad, escrita por el poeta partisano
en la Francia ocupada por los nazis. Esa que Gian Franco Pagliaro
convirtió en canción: "Yo te nombro Libertad": "Escribo tu nombre, en
las paredes de mi ciudad..."
También la poesía íntima,
pasional, amorosa, la que recorre otros ámbitos y hermana al ser humano
con otro ser humano y con la naturaleza de la que forma parte. Y que
también nos ayuda a luchar.
Como enseñaba Julio Cortázar, las
palabras del poeta, del escritor, del artista, son como pequeñas
carabelas que salen a la aventura de descubrir y crear otra realidad. La
belleza indispensable para la vida. Dostoievski dijo proféticamente que
"La belleza salvará al mundo" . ¿A qué belleza se refería? ¿A la de los
concursos de Miss Universo o de los programas mercantilizados de la
televisión? Estoy seguro que se refería a la belleza humana.
La
poesía puede descubrir y cantar la belleza en lo que los estereotipos
dominantes rechazan como fealdad o inferioridad. En "El jorobado de
Notre Dame", deVíctor Hugo, la hermosa gitana Esmeralda descubre la
belleza humana del jorobado y deforme Quasimodo, que la salva de la
persecución policial.
La belleza es así no algo implícito y
pasajero sino una conquista del amor y la solidaridad humanas, y por lo
tanto, necesita, como poesía, como arte, de una tenaz lucha educativa y
cultural que la lleve allí donde se la necesita para acompañar los
sueños y las luchas de los pueblos: llevarla a la escuela, a los
trabajadores, a los humildes, junto a los creadores prestigiosos y a los
anónimos que están por doquier, en cada barrio, en cada rincón donde
vive, trabaja, sufre y canta nuestra gente.
Recuerdo al
respecto una bella experiencia de educación popular y militante de uno
de los más admirados poetas de nuestra época, del autor de Romancero
Gitano y tantas obras que siguen nos siguen conmoviendo, Federico García
Lorca. En tiempos de la República española, antes del artero golpe
fascista, García Lorca y sus compañeros universitarios, artistas,
actores, poetas, había creado “La Barraca”, un espectáculo itinerante de
recitales públicos que recorría los campos, escuelas y pueblos
españoles en un autobús desvencijado, "La bella Aurora", llevando obras
poéticas y teatrales de Calderón, Lope de Vega, de poetas clásicos y
contemporáneos, que entregaban a públicos que jamás habían disfrutado
del arte y la poesía y la recibían con una alegría que conmovía a los
actores.
Poco tiempo después, se acabaría “La Barraca”, vendría
el golpe franquista, el asesinato del mismo García Lorca, el silencio
reinando en España, el fascismo intentando esclavizar y enmudecer al
mundo...
Pero ¿dónde está su victoria, poeticidas? ¿Quién los
recuerda, si no para execrarlos? No han podido acallar los versos, la
palabra y los cantos que nos llegan desde el ayer y que siguen y
seguirán brotando, apasionando y embelleciendo la vida humana.
Como dice el poema "Instrucciones para capear el temporal", de Alejandro
Robino: "La poesía les duele a estos hijos de puta..!"