Hace 40 años EE UU sufrió un bombardeo sónico en su embajada de Moscú
Los incidentes que han llevado a
Estados Unidos a evacuar el 60% de su personal diplomático en Cuba
tienen mucha similitud con un hecho ocurrido en los años 70 durante la
Guerra Fría.
Las especulaciones sobre el origen de los "ataques
sónicos" que han llevado a Estados Unidos a evacuar el 60% de su
personal diplomático en Cuba reflejan el desconcierto que prevalece en
las cancillerías y en la prensa internacional. Una de las conjeturas
alude a un incidente ocurrido en Moscú durante la Guerra Fría cuando las
dos grandes potencias se espiaban mutuamente a golpe de ondas para
captar las comunicaciones del otro.
Los 22
funcionarios estadounidenses que fueron evacuados al inicio de la crisis
presentaban síntomas de pérdida de audición y de equilibrio, además de
dolor de cabeza. Algunos de ellos fueron diagnosticados con lesiones
cerebrales leves. Algo similar ha ocurrido con cinco familias
canadienses, incluyendo menores, que fueron repatriados.
Según el Departamento de Estado de EE UU, que no ha querido compartir
con La Habana la información sobre su investigación, los "ataques"
tuvieron lugar entre el otoño de 2016 y el mes de agosto de este año en
varias residencias y un hotel de la capital cubana donde se alojaba el
personal afectado.
Hasta aquí los hechos que han
desencadenado la drástica reducción de la plantilla y, en consecuencia,
la suspensión de la emisión de visados por la embajada, con el
consiguiente perjuicio para los ciudadanos cubanos.
No se sabe aún qué pudo causar las enfermedades en las víctimas pero los
científicos sugieren varias hipótesis. La opción más manejada en los
medios ha sido las armas sónicas, dentro de las que se puede hablar de
dos tipos, las de ultrasonido y las de infrasonido. Las primeras se
imponen en líneas generales por los síntomas descritos por las víctimas.
La opción más manejada en los medios ha sido las armas sónicas, dentro de las que se puede hablar de dos tipos, las de ultrasonido y las de infrasonido
Las armas de ultrasonido emiten ruidos altos y
estridentes que pueden afectar notablemente la capacidad de audición
humana y han sido utilizadas en la guerra de Irak o para dispersar a las
multitudes. La exposición al ruido puede degenerar las fibras nerviosas
que hacen contacto con los cilios receptores del oído e interrumpe la
transmisión de información al cerebro.
"Lo que
probablemente está ocurriendo en Cuba es ultrasónico, frecuencias altas
por encima de 20 kHz", explica Robin Cleveland, profesor de Ciencias de
la Ingeniería en la Universidad de Oxford, al diario británico The Guardian,
que añade que es sencillo encontrar en internet aparatos que emitan
estas frecuencias. Según el profesor, cualquiera que sepa algo de
ingeniería puede producir el efecto buscado; el único gran problema
reside en la capacidad de amplificarlo. El sonido de alta frecuencia no
viaja bien a través de barreras como paredes o incluso la piel humana y
para causar problemas auditivos se necesita algo potente que no está al
alcance de todo el mundo.
El profesor Tim Leighton,
experto en el ámbito de ultrasonidos y acústica subacuática en la
Universidad de Southampton, coincide en que el ultrasonido es ideal para
producir un haz de energía que apunte a alguien. Sin embargo, como
estudioso de la seguridad en la ecografía y formas de evitar efectos
adversos, se muestra cauteloso y apunta a otras opciones, como las
drogas o el veneno, antes de convencerse de la teoría de las armas
sónicas.
Cleveland coincide con algunos científicos
que han sido escépticos ante la posibilidad de que haya víctimas con
daño cerebral, como sostuvieron algunos medios estadounidenses.
"Es un poco más difícil para mí de creer. El sonido tendría que entrar
en el propio tejido cerebral pero, si alguna vez has hecho una
ecografía, sabrás que ponen gel. Si hay incluso un poquito de aire entre
el sonido y tu cuerpo, no pasa", afirma, y explica que ese diagnóstico
se puede haber producido porque los síntomas del daño acústico son
asimilables a los de afecciones cerebrales. Los efectos, para estos
expertos, serán temporales.
Una segunda hipótesis es la de las armas de infrasonido. Tanto la 'BBC' como 'Granma' han consultado con expertos que coinciden en la dificultad de causar daños en la audición con armas de este tipo
Una segunda hipótesis, menos aceptada, es la de las armas de infrasonido. Tanto la BBC como Granma
han consultado con expertos que coinciden en la dificultad de causar
daños en la audición con armas de este tipo. Sin embargo, los sonidos de
baja frecuencia pueden producir jaquecas, nerviosismo y otros
malestares y los infrasonidos, como ya demostró el Instituto Nacional de
Salud de EE UU, causan fatiga, trastornos de sueño, pérdida auditiva,
apatía, confusión, náuseas y desorientación.
La
división de opiniones es amplia en este caso. Un estudio llevado a cabo a
finales de los 90 en Alemania indicaba que varios países, EE UU a la
cabeza, intentaban desarrollar este tipo de armas, aunque cita artículos
científicos previos que señalan que la cantidad de energía que se
necesita para producir el efecto deseado está fuera de un cálculo
realista.
Fred Kaplan, autor de Territorio Oscuro: La Historia Secreta de la Guerra Cibernética y periodista en Slate,
expone una teoría que se remite a un presunto bombardeo realizado por
los soviéticos sobre la embajada de EE UU en Moscú con haces de
microondas.
Los funcionarios del Departamento de
Estado de entonces, en la década de los 70, no encontraban explicación a
los problemas de salud presentados por los empleados que trabajaban en
el edificio.
La hipótesis de las microondas toma más fuerza si los sistemas cubanos de comunicación siguen siendo los de la antigua URSS para contrarrestar el espionaje de EE UU en la Isla
Los soviéticos habían cambiado sus transmisiones de radio
a las de microondas que, al ser más cortas, eran más difíciles de
interceptar, por lo que la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y la CIA
enviaron espías a la URSS y Europa del Este para levantar puestos de
escucha directos. Uno de ellos estaba en la décima planta de la
embajada, que ofrecía una excelente vista sobre la ciudad y permitía
captar las comunicaciones de la cúpula soviética.
Los
rusos, al darse cuenta de lo que ocurría, respondieron usando los haces
de microondas contra la ventana del piso 10 de la embajada sin que se
sepa si era para demostrar que sabían lo que ocurría, saturar o
neutralizar los receptores de los americanos o escuchar las
conversaciones que mantenían.
Con esta vieja historia
que recuerda, Kaplan se decanta por la hipótesis de las microondas, que
toma más fuerza si los sistemas cubanos de comunicación siguen siendo
los de la antigua URSS para contrarrestar el espionaje de EE UU en la
Isla.
Al preguntarle si el caso de la embajada en La
Habana podría ser una repetición de los incidentes de microondas en
Moscú, un funcionario jubilado de la inteligencia estadounidense
respondió que ese había sido su pálpito al escuchar la noticia: "No hay
'hechos' pero creo que tiene razón".